Éxodo

Éxodo

Biblia de América 

PPC Editorial 

Madrid, 2013


El Éxodo (del griego eksodos = salida) es el segundo libro de la Torá, de los judíos, donde toma el nombre de la primera línea “Estos son los nombres de…”, que se abrevia con “Los nombres”, y del Pentateuco, inicio del Antiguo Testamento, de las diversas denominaciones cristianas. El período histórico que abarca va del 1600 a.C., hasta el establecimiento del pueblo de Israel en el Sinaí, que se ubica entre 1440 y 1260 a.C.

 

La investigación histórica de los últimos años plantea que no todas las tribus de Israel vivieron en Egipto y que hubo varias salidas o éxodos desde esa región. Se documentan al menos dos: el primero es una expulsión de grupos, que forman la tribu de Judá, que marchan por la ruta del norte a Cadés y desde ahí se instalan en el sur de Judá. El segundo se registra como una huida. Un grupo de israelitas a la cabeza de Moisés abandona Egipto y por un tiempo permanece en el desierto del Sinaí. Este grupo llega por la Transjordania a Jericó, por donde entran a la “tierra prometida”. Este grupo estaría formado por las tribus de Manasés, Efraín y Leví.

El segundo éxodo, el que se narra en el libro, algunos especialistas y egiptólogos piensan que pudo tener lugar en el gobierno de los faraones de la Dinastía XVIII. Para Egipto es una época de expansión de las fronteras naturales y crecimiento económico, militar y diplomático. En ese caso, el personaje de Moisés pudo haber vivido a principios del siglo XVI a.C. y su vida transcurrió en tiempos de los faraones Tutmosis I, II, III y la faraona Hatsepsut. El momento de éste éxodo se podría ubica en el gobierno de Amenhotep II. Hay especialistas que relacionan el éxodo con eventos de la Dinastía XIX. Así, el principio de la esclavitud de los israelitas sería en el gobierno Seti I, que va de 1294 a 1279 a.C. y la salida tuvo lugar en el gobierno de Ramsés II, quien gobierna de 1279 a 1213 a.C. En este caso el personaje de Moisés habría nacido a mediados del siglo XIII a.C. La tradición sitúa la muerte del mismo en el Monte Nebo, en la actual Jordania, ya no le toca entrar a la “tierra prometida”.

El libro, como todo el Pentateuco, recoge una tradición oral de mil quinientos años que después se escribe. El texto se construye en siglos a partir de reescrituras del mismo. La primera redacción es de la escuela o tradición yavista, la segunda la elohista, que proviene del norte de Israel. La tercera la sacerdotal y la cuarta la deuteronomista. La versión final proviene de esas dos últimas tradiciones y data del siglo V a.C. En la reforma de Esdras, en el siglo IV a.C., el libro se establece como ley, para el pueblo israelita.

La estructura del texto consta de tres grandes partes: A) La liberación de Egipto: Se describe la situación que vive el pueblo, se presenta a Moisés como el liberador, descripción de las plagas y el hecho que desencadena la salida en la noche de Pascua; B) Hacia el Sinaí: Relato de la marcha por el desierto y la llegada al Monte Sinaí; C) Alianza y ley: El pacto de Dios con su pueblo, descripción de los distintos grupos de leyes; Alianza, normas para el culto, rebeldía y renovación de la Alianza y ejecución de las normas del culto. En los primeros 17 versículos del capítulo 20 están los diez mandamientos, que ha sido la síntesis del gran código ético de Occidente.

Los principales temas teológicos que están presentes en el Éxodo son: A) La existencia-revelación de un solo Dios. Se rechaza el politeísmo de los pueblos vecinos. Ese Dios, aliado de Israel, lo ha liberado de la esclavitud. Dios acompaña y guía a su pueblo; B) La Alianza es el tema fundamental. Dios elige a Israel y a cambio su pueblo se compromete a cumplir la ley que éste les entrega; C) La Pascua. El libro todo es la narración de una continua pascua. Ese paso, la salida-liberación de Egipto, es un elemento fundamental en la religiosidad de Israel.

El género literario del éxodo es el histórico-teológico. Se presentan hechos con algún fundamento histórico real, pero seleccionados y narrados en forma claramente “milagrosa”. Se recurre a la historia, pero en clave de fundamentación teológica. Es el mito fundante del pueblo de Israel. A los que primero transmiten la tradición oral y después los que escriben no les interesa la “exactitud” histórica, no son historiadores, sino dar cuerpo, mediante una narrativa, al pensamiento teológico que quieren difundir y para eso desarrollan las ideas básicas que se mencionan adelante.

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