Jueces

Jueces
Biblia de América
PPC Editorial
Madrid, 2013


Los Jueces, en hebreo shofetim, es el segundo libro de los Nevi’im, que es la segunda de las tres partes en la que se divide el Tanaj (La Ley, Los Profetas y los otros escritos), y el séptimo de los libros del Antiguo Testamento de las distintas denominaciones cristianas. Es el segundo de los libros llamados históricos y parte de lo que se conoce como la historia deuteronomista, que se integra con los textos de: Josué; Jueces; 1 y 2 Samuel; 1 y 2 Reyes.

Los hechos que se narran se sitúan entre el siglo XIII y XI a.C., que van entre la muerte de Josué (1200 a.C.) al inicio de la monarquía de Israel. El tiempo de los jueces se extiende por 230 años. Termina cuando Saúl es designado rey en 1030 a.C. El libro es resultado de la tradición oral y escrita. Los relatos de los héroes liberadores, circulan oralmente en el pueblo y poco a poco se escriben. En el siglo VI, en el destierro de Babilonia, se redacta el texto definitivo. Es la escuela deuteronomista quien elabora los materiales e incorpora el marco teológico y aporta las claves religiosas de esta corriente. También estructura la cronología, para que encuadren las diversas historias.

En esa época, las tribus de Israel han abandonado la vida nómada y acaban de instalarse, primero como semisedentarios, y después como agricultores sedentarios en la Tierra Prometida. Vive en pequeñas casas de material o chozas de adobe. Su situación es precaria. Las tribus están desorganizadas y siempre amenazadas por sus vecinos.

Los jueces del libro no son administradores de la justicia, sino caudillos que en ciertas circunstancias guían a las tribus de Israel en su lucha por permanecer en los territorios conquistados. Su misión es liberar al pueblo de sus opresores y una vez que lo consiguen desempeñan tareas de gobierno. Los jueces son 13 y hay siete principales y seis menores secundarios. Los primeros son: Otoniel, Aod ó Eud, Débora (mujer), Barac, Gedeón, Jefté y Sansón. Los segundos son: Samagar, Tola, Jair, Ibzán, Elón y Abdón. Los jueces resuelven los problemas de manera coyuntural. El libro deja muy claro que se requiere la unidad de las tribus y un gobierno fuerte. Se necesita un rey. Ese está por venir.

El texto es histórico-teológico. En él se describe una serie de batallas que encabezan los jueces. El libro enfatiza que ellos no actúan por cuenta propia sino como instrumentos de Dios. Sus victorias se atribuyen a Dios y no a ellos. Los israelitas han roto su pacto con Dios y caído en la idolatría, Dios por eso permite que sean conquistados y oprimidos por los pueblos vecinos. Dios, a pesar de las infidelidades de su pueblo, nunca lo deja sólo y siempre se compadece de él.

En el texto la historia que provoca la intervención de los jueces se repite y tiene cuatro etapas: 1) El pueblo falla y cae en pecado: “Y los hijos de Israel hicieron lo que era malo a la vista del Señor”; 2) El pueblo es esclavizado. La actitud de Dios ante el pecado es “entregarlos en las manos de sus enemigos”; 3) El pueblo se arrepiente y suplica a Dios que lo libere: “Los hijos de Israel clamaron al Señor…”; 4) El pueblo es liberado con la intervención militar de los jueces: “El Señor levantó un libertador para ellos”.

El libro de los Jueces concluye con dos narraciones que muestran el estado de degradación moral en el que vive el pueblo de Dios. La primera, da cuenta de la migración de los hijos de Dan y Micaía y sus ídolos. La segunda, habla de la lucha fratricida y la casi aniquilación de la tribu de Benjamín por las otras tribus de Israel. Éstas reaccionan y buscan esposas para los sobrevivientes. Así la tribu no habrá de desaparecer.

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