Coéforas

Coéforas
Las siete tragedias
Esquilo
Editorial Porrúa
México, 1963


Es la segunda tragedia de la trilogía la Oristíada, que abre con Agamenón y termina con Las Euménides. Se estrenó en 458 a.C. Esquilo (526 a.C.-456 a.C.) escribió y puso en escena unas ochenta tragedias, pero solo se conservan siete.    

En Coéforas han pasado seis años del asesinato de Agamenón a manos de su esposa Clitemnestra. Orestes, el hijo de ambos, ha cumplido ya los 18 años. Ya tiene edad, para ser el rey de Argos. Antes de regresar del exilio a la ciudad visita el santuario de Delfos. Ahí, Apolo le ordena vengar la muerte de su padre.

En la madrugada, de incógnito, llega a Argos en compañía de su amigo Pílades. Va a la tumba de su padre y deja como ofrenda un mechón de su cabello. Él viene a cumplir la orden de Apolo.

Electra, hermana de Orestes, encabeza un cortejo que se dirige a la tumba de Agamenón. Es el coro que está compuesto por esclavas cautivas que proceden del botín de guerra de Troya, ellas llevan las ofrendas, son las Coéforas. Orestes reconoce a su hermana.

La noche anterior, la reina Clitemnestra sueña que da a luz una serpiente. Asustada con el sueño, trata de aplacar el alma de Agamenón. Ella no se arrepiente de su acción, pero es atormentada por remordimientos. Para aplacarlos realizar prácticas mágicas y envía ofrendas a su esposo muerto.

Electra, al derramar libaciones, habla con su padre y le dice que ella y su hermano Orestes han sido marginados por su madre que tiene un amante, Egisto. Se le trata como a una esclava y su hermano Orestes ha sido desterrado.

Ella en la tumba ve un mechón de cabellos y unas pisadas y piensa que son de su hermano. Orestes y Pílades, que permanecen ocultos, salen de su escondite. Él se presenta ante ella y los dos se reconocen.

Él le dice del oráculo de Apolo que le ordena vengar a su padre. Y ella le cuenta de su situación. Ante la tumba de su padre deciden actuar en común acuerdo. Comentan las circunstancias que rodearon el asesinato de su padre.

Orestes y su amigo Pílades se presentan ante Clitemnestra como peregrinos que han venido a anunciar a ésta la muerte de Orestes. Ella se entrega a fingidas manifestaciones de dolor. Ordena a una esclava que preste a los huéspedes las debidas atenciones.

Cilicia, la vieja nodriza de Orestes, recuerda la niñez de éste y llora. Ella comunica al Coro, que Clitemnestra le ordena que busque a Egisto, para que reciba de los forasteros la noticia de la muerte de Orestes.

El Coro le aconseja que diga a Egisto que acuda sin su escolta. Esto va a facilitar la venganza. Después invoca la ayuda de los dioses, para la venganza que está a punto de ocurrir.

Egisto regresa del campo. Orestes entra en el palacio y poco después se oyen los gritos de dolor que profiere el amante de su madre. La primera parte de la venganza está consumada.

Clitemnestra al oir los gritos pregunta al esclavo sobre lo que sucede. Él le contesta: “El muerto ha matado al vivo”. Ella entiende bien el sentido de estas enigmáticas palabras.

Orestes sale del palacio con la espada ensangrentada. Se produce un dramático diálogo entre él y su madre. Ella, entonces, comprende el sentido del sueño. Orestes no se atreve a matar a su madre y pide a su amigo Pílades que lo haga.

Éste ayuda a que Orestes venza su vacilación y cumpla con la orden de Apolo en el oráculo de Delfos. Él arrastra a su madre hasta al interior del palacio y dice: “La suerte que has hecho sufrir a mi padre te condena a morir”.

Orestes, seguido de Pílades, sale del palacio y lleva en sus manos el manto con el que sus asesinos inmovilizaron a Agamenón, e impidieron que se defendiera. Él ante el Coro justifica el matricidio, cumple una orden de Apolo.

El Coro da la razón a Orestes y lo felicita. A la muerte de Clitemnestra empieza a hacer efecto la maldición de ésta. Orestes, que va a salir de escena, retrocede espantado al ver a las Erinias, mujeres de terrible aspecto, vestidas de negro y con cabellera de serpientes.

La mente de Orestes empieza a turbarse. Es presa de una gran furia. Reconoce que las Erinias quieren vengar a su madre. El Coro le dice que vuelva al santuario de Delfos, para purificarse. Él huye aterrorizado.

Esquilo en Las coéforas narra la historia de una venganza. Apolo la exige a Orestes, en colaboración con su hermana Electra, que la lleve a cabo. No tienen alternativa. No hacerlo es ir en contra de los designios de los dioses.

El asesinato de Agamenón a manos de su esposa Clitemnestra no puede ser castigado sin la voluntad y permiso de los dioses. Esto a pesar del sufrimiento que en Orestes provoca la consumación de la venganza, en cumplimiento de la orden de los dioses.

Las coéforas plantean el conflicto que existe entre el cumplimiento del imperativo divino y la voluntad humana. El drama, la tragedia personal de Orestes, está tratada con la profundidad humana que tiene la obra de Esquilo.

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