La trilogía de Nueva York

La trilogía de Nueva York
Paula Auster
Anagrama
Barcelona, 2010
pp.335


Son novelas que originalmente se publicaron por separado entre 1985 y 1987: Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada. Las obras se inscriben en el género policiaco y en la cuarta de forro se sintetiza muy bien cuál es el carácter de la obra y el aporte del autor: “el escritor maneja, manipula y reinventa el género policiaco, del que hace una relectura posmoderna con tintes metafísicos. La trama detectivesca sirve como marco para plantear al lector un fascinante juego de espejos, símbolos, guiños y sorpresas; para explorar un mundo extraño, sombrío y perturbador, poblado de personajes fascinantes y ambiguos”.

En la primera historia, Ciudad de cristal, una llamada telefónica involucrará a Daniel Quinn, escritor de literatura policiaca, como detective. Él, lejos de deshacer el malentendido que se ha producido por una llamada equivocada, se introduce en el espacio de oportunidad que le brinda este accidente y asume su papel de investigador privado, que lo envuelve en una historia llena de enigmas, complicadas relaciones de padre e hijo, también de pareja, cruzadas por el delirio y la locura.

Fantasmas, la segunda historia, cuenta el caso de un detective atrapado en una extraña misión. Él es contratado para vigilar a un hombre, que resulta un escritor, y al final los papeles se confunden. ¿Quién vigila a quién? ¿Por qué? El investigador privado se da cuenta de que quien lo contrata es precisamente al hombre que vigila. Se hace miles de conjeturas, pero queda preso del juego de escondidas en el que participan los dos en el claustrofóbico universo urbano, reducido todavía más al espacio de las habitaciones en la que vive uno frente al otro.

Por último, La habitación cerrada, la tercera historia, narra cómo el protagonista, un escritor fascinado desde niño por el carácter y las capacidades de su mejor amigo de la infancia, Fanshawe, años después se encuentra con él de manera extraña. La mujer de éste la escribe una carta donde la explica que su marido ha desaparecido misteriosamente y quiere se ayuda, para encontrarlo. Él se dedica a buscarlo, pero no encuentra ninguna pista que aclare las cosas. Se dedica, entonces, a publicar la obra que dejó su amigo y también se casa con la que era su mujer. Un día recibe una llamada del “muerto”. No es para chantajearlo, simplemente para decir que está ahí, pero no lo molestará.

Las tres historias suceden en Nueva York, pero no es esto lo que las articula y da sentido. En las tres se hace presente la confusión de identidades, el detective que no es; el perseguidor que es perseguido y el amigo desaparecido que asume sus funciones. Está también que el detective y al que éste sigue terminan por identificarse o incluso cambian los papeles. Está la confusión permanente del por qué de las cosas y el absurdo de las situaciones que terminan por ser asumidas por quienes las viven. En algún momento podían haber escapado, pero están envueltos, fascinados con la nueva y ambigua realidad, y siguen en ella. Son incapaces de dejarla. Les es común que los finales no están cerrados y en el lector queda la sensación de que la historia sigue, pero no sabe cómo. Eso queda a su imaginación.

El autor maneja el género policiaco de manera muy propia, que le permite hacer una reflexión de carácter filosófico, metafísica lo llaman algunos de sus críticos, sobre temas como la identidad, lo incierto de la vida, el azar, la naturaleza de la voluntad, la fascinación por lo distinto, la historia sin fin, la imposibilidad de salirse de la aventura que se ha iniciado y que termina por imponer sus reglas. El autor se cuestiona sobre lo que es la realidad, sobre lo que cada uno es y de alguna manera hace la pregunta de si estamos seguros de nuestra propia identidad. ¿Es la nuestra? ¿Nos pertenece? ¿Vivimos la de otro?

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Versión original: City of Glass (1985), Ghost (1986), The Locked Room (1987), Sun & Moon Press, Los Ángeles. Traducción de Maribel De Juan. Primera edición en español 1996. Primera edición mexicana 2010.

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